jueves, 22 de mayo de 2014

DE NUEVO EN CASA


Lucía Rodríguez Vicario en el III Curso de Realismo y Figuración Museo Casa Ibáñez
Fotografía: Baltasar Saez

El curso finalizó el viernes pasado, pero todavía veo coliflores, naranjas, pimientos y limones; todavía escucho a Antonio y a Andrés; todavía tengo en la retina los cuadros de los compañeros. Han sido cinco días tan intensos que es normal que aún mantengan su estela. Ahora, de vuelta en casa, toca pensar, reflexionar y recolocar las ideas. Llego tan llena de comentarios, de sentencias, de imágenes y sensaciones que necesitaré de algún tiempo para reencontrarme con mi día a día.


Conversando con Antonio López. III Curso Realismo y Figuración, Museo Casa Ibáñez
Fotografía: Danielle Brouns


De tertulia con Andrés Ibáñez y Antonio López. III Curso Realismo y Figuración, Museo Casa Ibáñez
Fotografía: Danielle Brouns


 Cursos como estos son necesarios para aprender (qué bonita palabra), para reunir a personas afines que comparten las mismas inquietudes y para reafirmar la importancia de trabajar del natural. Gracias Antonio y Andrés por compartir vuestro saber, vuestras experiencias y vuestro tiempo. Gracias también al director y a los trabajadores del Museo por el trato tan familiar que ofrecéis. Y, como no, gracias a los compañeros por vuestros consejos y por esos buenos ratos de charla y risas compartidas.
 ¡¡Hasta la próxima!!


III Curso Realismo y Figuración, Museo Casa Ibáñez
Fotografía: Danielle Brouns

martes, 6 de mayo de 2014

CLAUDE MONET: CONVERSACIONES EN GIVERNY





Al igual que el tiempo ha revolucionado el patio y los balcones de mi casa, con los geranios, las margaritas, los rosales y hasta el manzano en flor, la primavera editorial me ha traído los nenúfares de Giverny a casa, y junto a ellos la maestría y la conversación pausada del maestro Monet.

"Me ha llevado tiempo llegar a comprender a mis nenúfares -dice Claude Monet-. Los planté por placer. Los cultivé sin soñar con pintarlos... Un paisaje no te conquista en un día... Y después, de golpe, tuve la revelación de las hadas de mi estanque. Cogí mi paleta... Desde ese momento, apenas he tenido otro modelo".





  Toda la lectura es como un paseo: por su jardín, por su infancia, por sus múltiples vivencias, por sus inquietudes... Sin duda, estamos ante otra de esas pequeñas joyas a las que el amigo Carlos Pranger, cabeza visible en Málaga de la Editorial Confluencias, nos tiene acostumbrados.

 Valiéndose de textos publicados sobre entrevistas realizadas a Claude Monet, en sus últimos años, se nos presentan anécdotas, amistades, pensamientos y deseos contados desde la propia voz del artista, y retransmitidas unas veces por el periodista François Thiébault-Sisson, durante la Exposición de noviembre de 1900, y otras por amigos más cercanos, como el escritor Marc Elder (ganador del Premio Goncourt), Walter Pach (crítico de arte y propagador del arte moderno en Nueva York) y Lilla Cabot Perry (pintora estadounidense y una de sus más queridas discípulas).

 El resultado de todo ello es una visión diferente, cercana y natural, que nada tiene que ver con las biografías al uso, frías y regladas la mayoría de las veces, que se pueden encontrar del pintor francés. Aquí una lo siente hablar mientras camina "con una mano en el bolsillo y un cigarro sobre la barba", en la sobremesa de un almuerzo pleno de viandas o mientras trajina en su estudio o muestra la colección de cuadros que guarda en su habitación alrededor de la cama.

 Su amor por las flores; la necesidad de pintar del natural; la preocupación por cómo respondería la materia prima de sus obras al paso del tiempo; su admiración por las estampas japonesas; sus viajes a Holanda, Inglaterra, Italia, España y Noruega; los maestros que le influyeron; sus relaciones con los artistas del momento, con sus amigos y sus familiares... A todo ello nos acerca la lectura de este libro, altamente recomendable siempre, pero más estos días en los que se celebra la Feria del Libro en el Palmeral de las Sorpresas del Puerto de Málaga.



"Entonces, este libro, ¿será un montón de historietas?
 -Es usted quien lo dice, mi querido maestro.
 -¿No me creará enemigos, al menos?
 -No creo que los tenga...
 Claude Monet levanta la mano con la que fuma un cigarrillo y pronuncia con una risa sorda:
 -No, todos están muertos".




Nota: Los textos que acompañan esta entrada pertenecen a la primera edición de Claude Monet. Conversaciones en Giverny, publicado por la editorial andaluza Confluencias en la colección Conversaciones, la cual pretende recuperar la voz y el testimonio de grandes personajes de la cultura a través de entrevistas y crónicas. La traducción corre a cargo de José Miguel Parra Ortiz, José Jesús Fornieles Alférez y Alfonso Fornieles Ten.

sábado, 3 de mayo de 2014

LA CARRERA DEL HAMBRE


Subsahariano subido a una farola en la verja de Melilla (Foto: EFE)

A pesar de lo reiterativo de las imágenes en la pantalla del televisor, no puedo o no quiero acostumbrarme a ellas. Huyen de la miseria, del hambre o de las guerras, y se aferran a una valla de seis metros de altura. Algunos, incluso heridos por las cuchillas de las concertinas, se encaraman a lo alto de una farola para no ser cogidos por la policía y devueltos a Marruecos. Viéndolos allí, con sus abrigos, se me asemejan a las esculturas de Juan Muñoz, solo que estas sonríen y ellos no tienen ningún motivo para hacerlo.




Grupo escultórico obra de Juan Muñoz

 Saltar para correr hasta un centro de acogida ya saturado, en los últimos metros de una carrera de ultrafondo que comenzó a miles de kilómetros de distancia, una carrera de obstáculos con nombres de mafias, desiertos y abusos que puede terminar en esa doble valla de acero cruzada de cuchillas.




 Como se pregunta Juan Goytisolo en su artículo La fuerza del hambre de El País de hoy: ¿Puede una persona ser ilegal por nacer donde ha nacido? Como él bien dice, esos inmigrantes subsaharianos "al acecho del gran salto en los bosques vecinos de la verja o aupados en ella encarnan el derecho elemental a la vida, el pan y la libertad". Ojalá logren alcanzar la meta, sonreír finalmente como esas estatuas de Juan Muñoz.


Escultura de Juan Muñoz (Foto: EFE)